Antecedentes
Durante prácticamente toda mi vida, había sido una persona alejada de los deportes. No los practicaba y no me gustaba verlos. No conozco de equipos de fútbol ni jugadores, tampoco de eventos deportivos. Le agregamos que mi profesión implica estar siempre enfrente de una computadora y que mi hobby por muchísimos años fueron los videojuegos, entonces tenemos como resultado una vida sedentaria y nada saludable. Y si lo complemento con una pésima alimentación, no será una sorpresa para nadie el decirles que llegué a subir tanto de peso que ya estaba por alcanzar el rango de obesidad mórbida.
Aunque en varios puntos de mi vida hubo varios intentos de bajar de peso y ser más saludable, todos esos intentos tenían en gran medida un origen externo. Ya sea que la familia me convencía o algún amigo o amiga. Al ser agentes externos, no lograron hacer una diferencia tal como para que bajara tanto de peso como lo que logré en el 2016 y 2017. Lamentablemente, tampoco fue lo suficiente como para evitar que volviera a subir de peso. Lo que si es que en todos esos intentos, descubrí que necesitaba realizar alguna actividad física y que correr “era lo mío”.
Así pues, cuando por noviembre de 2016 comencé de nuevo un proceso de cambiar mi forma de comer y comenzar a hacer ejercicio, el caminar y posteriormente trotar y correr, fueron partes esenciales. Pero mi inexperiencia y mi terquedad, entre otros factores, me llevaron a terminar lesionado.
Competencias y Entrenamientos
En noviembre de 2016, buscando bajar de peso, comencé a salir casi todos los días de la semana a caminar. Sabía que pesaba demasiado y que no tenía nada de condición física como para intentar algo más. Solamente salía y caminaba. Fueron 15 minutos o 20 al principio. Luego le subí hasta que fueran 30. Seguí así por semanas hasta que comencé a trotar un poco. No todo el tiempo podía mantener el mismo ritmo así que trotaba y luego caminaba y volvía a trotar. Seguí insistiendo hasta que logré mantener el mismo ritmo por aproximadamente 30 minutos. Llegando a este punto, busqué entonces alcanzar cierta distancia en lugar de tomar como criterio el tiempo. 5 kilómetros principalmente. Y seguí así forzando a que fuera cada vez menos el tiempo que me tomaba, es decir, incrementando el ritmo.
Para enero de 2017, creí que ya era el momento de comenzar a medirlo así que regresé a usar la app de Runkeeper, una app ya conocida por mi y que me gusta mucho. Y me acompañó por mucho tiempo hasta que comencé a usar relojes en lugar de mi celular para medir mis entrenamientos. En mi búsqueda por obtener cada vez mejor información, así como sacarle provecho a los dispositivos que comencé a usar, fui abriendo cuentas en diversas aplicaciones para corredores. No quise comenzar desde cero en cada una de ellas, así que busqué la forma de exportar todas mis actividades e importarlas en cada una de ellas. Eventualmente encontré algunas opciones para mantener replicadas todas las actividades en todas las cuentas que uso. Por ahora, tengo cuenta en Endomondo, Nike+ Run Club, Runtastic, Strava, Runkeeper, Google Fit y Garmin Connect. El tener todo registrado me ha servido para poder analizarlo posteriormente y ver cómo fui mejorando… y que me excedí al grado de lesionarme.
Lo que si es que yo solamente quería correr y ser cada vez más rápido. Con 5 kilómetros era suficiente para mi, pero el ver que Runkeeper tenía un dashboard donde muestra los mejores tiempos de 5, 10, 21 y 42 kilómetros, me hizo pensar en que debería de tener por lo menos un dato en esos campos. Y si agregamos que dos de mis compañeros de la maestría me invitaron a participar en una carrera de 10 kilómetros, gradualmente fui considerando que era posible para mi recorrer grandes distancias.
Para mi primera carrera de 10 kilómetros, yo no pensé que siquiera fuera a terminar. Pensé también que las carreras eran para quienes fueran atletas casi profesionales. De todas formas, acepté la invitación y el reto por lo que busqué un plan de entrenamiento en línea y comencé a seguirlo en lo que pude y a como le entendí para no llegar tan mal preparado a mi primera carrera de 10K. Como parte de esa preparación, aproveché que el ITESO organizó una carrera de 5 y 10 kilómetros el mes anterior a la competencia. Así que me registré para 5K, y debo de decir que fue una experiencia muy gratificante para mi, al igual que mi primer 10K. Entonces comenzó mi deseo de poder competir en al menos una carrera cada mes por lo menos durante un año. Y seguí buscando aumentar la distancia cada vez más. Al grado de que un día me aventé a correr 21 kilómetros por mi cuenta, lo cual, viéndolo en retrospectiva, no fue hecho de la mejor manera, si lo digo siendo amable conmigo mismo.
Así pues, me dije que debería participar por lo menos en un medio maratón, siendo el medio maratón de Guadalajara el objetivo. Y llegué y lo logré. Y no pude haber escogido un mejor evento para mi primer medio maratón. Más de 13 mil participantes. Me sentía soñado. Así que para continuar con la inercia que llevaba, me inscribí al medio maratón de Zapopan. Ya teniendo dos medios maratones en mi “currículo” de corredor, pensé que era momento de buscar el maratón completo.
Elegí el maratón de Aguascalientes como meta ya que mi mamá y mis hermanos vivían en esa ciudad en ese entonces por lo que podría ir y tenerlos presentes en mi primer maratón. Sabía que el pensar siquiera en un maratón completo es hablar de algo mayor. Así que tuve busqué entrenar con un equipo y poder tener asesoría en mi entrenamiento. Participar en más carreras tanto para seguir mi objetivo de una competencia por mes durante un año como para tener más experiencia. Participé en otros medios maratones y carreras de 10 kilómetros, pero como se dice popularmente: quise correr antes de saber caminar, por lo que cometí muchos errores.
Las Lesiones
Familiares, amigos y conocidos, al verme que bajaba de peso y al enterarse de que había comenzado a correr, llegaron a comentarme si no me había lastimado, principalmente las rodillas. Al inicio, yo decía que no porque todo estaba bien. Nunca pensé que fuera algo que me llegaría a suceder.
Lo que si me pasaba era los típicos dolores musculares por el esfuerzo. Eso sucedía cuando dejaba algunos días de correr o cuando incrementaba la distancia con muchos kilómetros. O corría más rápido de lo acostumbrado. Ya se me hacía algo común el ter dolor en las piernas con cierta frecuencia y estar usando pomadas para aliviar ese dolor.
En algunas ocasiones llegué a tener una que otra ampolla en los pies. Por suerte no sufrí realmente de algo grave en cuestión de ampollas, pero si he leído que pueden ser muy grandes. Por ello es muy importante usar calcetines adecuados para correr, además, claro, de usar el calzado adecuado.
Lo que sí me llegó a pasar es que después de una competencia vi que tenía una uña negra. Eso porque debajo de la uña se generó como una bolsa de sangre. Lo dejé pasar erróneamente y después de otras competencias, empeoró y terminó cayéndose la uña. Les he de confesar que, si bien no fue doloroso, fue una experiencia nada grata. Me sentí como el personaje de Jeff Goldblum en la película La Mosca. Investigué un poco y me encontré un artículo que menciona no solamente lo que conlleva a este problema sino cómo evitarlo y tratarlo en las etapas tempranas.
Aún así, seguí esforzándome de más hasta que después de un medio maratón, me di cuenta de que mi rodilla izquierda estaba lesionada. Quisiera decir que no debí correr ese día. Una carrera en la que no me inscribí y corrí sin número. Una carrera en la que casi la totalidad de las dos horas y minutos que me tomaron terminarla, estuvo lloviendo. Un recorrido más pesado de lo que pensé, no solamente por las subidas y bajadas, ya que las calles estaban llenas de agua. Incluso en algunos puntos pareció que estaba cruzando ríos. Pero no fue eso, creo yo. Si no hubiera sido ese día, era algo que pasaría tarde o temprano. La lesión se fue dando con el tiempo, creo yo.
Fui con un ortopedista y traumatólogo, así como probé varias alternativas. Lo que quería era que me dijeran que podría volver a correr en unos días y con la misma intensidad que antes. A final de cuentas, después de ver incluso a un segundo médico y gracias a una resonancia magnética, vimos que había ruptura de menisco, así como edema de los ligamentos cruzados anterior y posterior, entre otros problemas.
Lecciones Aprendidas
Nutrición
Para poder lograr la meta de bajar de peso, tenía que atacar el problema por dos frentes: la alimentación y el ejercicio. Esto es obvio para todo el mundo, pero no es tan fácil de aplicarlo. Aunque sean matemáticas simples, aún así se nos olvidan (o elegimos ignorarlas). El cuerpo gasta cierto número de calorías al día simplemente por vivir. El respirar y andar necesita energía. Esa energía proviene de los alimentos que consumimos. Si no hacemos ejercicio, el gasto calórico es bajo por lo que si comemos mucho, nos sobran calorías… y no todas se desechan sino que las almacenamos, lo que nos lleva a engordar. Así que la ecuación para no engordar es: Consumo = Gasto. Es decir, si consumimos 2000 calorías, tenemos que gastar 2000 calorías. ¿Quieres bajar de peso? Necesitamos entonces consumir menos calorías y/o gastar más calorías, de tal forma que el balance indique que gastamos más calorías en el día de las que consumimos, por ello entonces el cuerpo tuvo que usar de nuestras reservas lo que, en teoría, nos llevará a bajar de peso.
No entré a una dieta como tal. O mejor dicho, no seguí una, pero si busqué no comer lo que típicamente indica que te hará engordar: refrescos, panes, etc. Sin embargo, por hacerlo por mi cuenta y sin una guía o asesoramiento, podría decir que no fue la adecuada. Me sirvió, no lo niego, pero analizándolo, aunque sea un poco, se puede saber que no era óptima. Pasó el tiempo y gracias a lo poco que comía (en número de calorías) y al ejercicio, fui bajando a un promedio de 4 kilos por mes. Llegué a un punto donde ese ritmo disminuyó, pero seguí bajando, hasta que ya no podía bajar nada. Por más ejercicio que hacía, no bajaba. Y fue cuando vi que no debe uno de solamente fijarse en el número que te muestra una báscula tradicional, ni siquiera en el índice de masa corporal. Hay otra medición que es muy importante para saber si uno está avanzando o no, y esta es el porcentaje de grasa. El ejercicio eventualmente generará que tus músculos se desarrollen más y crezcan a la par de que quemarás tus reservas de grasa. Puede que tu peso total sea el mismo, pero los kilos de grasa que se tenían bajaron y se aumentó en kilos de músculo. Por ello, el porcentaje de grasa disminuye y estamos avanzando. Te recomiendo un breve artículo que habla respecto a la percepción de obtener o no resultados al correr.
Ya cuando tenía varios meses de estar corriendo y después de mi primer medio maratón, vi que no sólo tenía que balancear correctamente mi alimentación sino también que mi consumo calórico era tal que necesitaba comer más. Es importante que, si comienzan a correr o a hacer cualquier otra actividad física con motivo de bajar de peso, que sepan que eventualmente podrían necesitar comer más de lo que pensaban dada la demanda de calorías que tendrá su cuerpo.
Por último, consideren que además de la necesidad fisiológica por consumir alimentos, también está la parte emocional. Algunos de nosotros tomamos como recompensa, justificada o no, el comer alimentos que sabemos tienen alto contenido calórico. O nos recompensamos con bebidas alcohólicas, comida chatarra o una combinación. Otro escenario es cuando lo usamos como escape o inclusive como vía de castigarnos por no lograr un objetivo. Es importante saber lo que nos está llevando a ganar ese peso extra, para poder entonces trabajar en eliminar la causa raíz y no estar solamente quemando calorías.
Caminar Vs. Trotar
Uno de los primeros puntos que debí de conocer y que fue hasta mucho tiempo después es la diferencia entre cuándo es trotar y cuándo es correr. Podríamos resumirlo en que trotar es cuando estamos moviéndonos y todavía podemos mantener una conversación sin problemas, es decir, no sentimos que nos haga falta aire, mientras que al correr estamos llevando nuestro cuerpo a sus límites y entonces ya no podríamos mantener una conversación ya que el oxígeno nos hará falta. ¿Debemos de correr cada día que entrenemos? No lo creo. En los planes de entrenamiento debe de existir días donde uno buscará practicar o extender la distancia máxima que uno puede lograr, en otros la velocidad, así como otros elementos, pero nunca todos los días deben de ser igual… mucho menos enfocarnos en un punto solamente. Por ello nuestras sesiones de entrenamiento no deberían de siempre caer en sesiones donde corrimos, más bien debemos de trotar y en ocasiones esporádicas, correr.
¿Cómo podemos saber si estamos trotando o corriendo? Bueno, podríamos salir con una persona y estar platicando con ella para ver que tanto oxígeno nos hace falta. O podríamos ir hablando solos, sin importar que nos vean como que estamos locos. O igual y se puede ir cantando o tarareando las canciones que uno escucha con los audífonos. Sin embargo, creo que la mejor opción es contar con un medidor de frecuencia cardíaca ya que nos ayuda a comprender en la zona de entrenamiento en la que estamos. Esto lo comentaré más adelante.
Zonas de Entrenamiento y Frecuencia Cardíaca
La frecuencia cardíaca nos dice cuantos latidos por minuto realiza nuestro corazón. ¿Para qué medir esto? Yo lo veo como cuando uno usa un carro. No siempre es cuestión de la velocidad que tenemos, sino de las revoluciones por minuto que hacemos que el motor tenga. En vehículos de transmisión estándar, podemos ir a 100 kph usando tanto tercera como cuarta, pero no es lo mismo para el motor. Pasando eso al ejercicio, no es lo mismo que un atleta profesional vaya a 5:30 m/km que un corredor principiante vaya al mismo ritmo. Ni es lo mismo que dos personas vayan a ese mismo ritmo, pero que una tenga 20 años y otra 40.
Para saber que tanto nos estamos esforzando podemos usar como indicador la frecuencia cardíaca, primero tenemos que ver cuál es el máximo recomendado para una persona de nuestra edad. Hay varias fórmulas, pero la más fácil es 220 latidos por minuto (lpm o bpm por beat per minute) menos nuestra edad. Al momento de escribir este artículo, tengo 42 años, por lo que, en teoría, yo nunca debería de llegar a más de 178 bpm (220 – 42 = 178).
Yo no sabía de esto hasta hace poco. Por ello buscaba correr más y más, tanto en veces por semana como en distancia y siempre buscando que mis tiempos fueran menores. Esto no es algo realista porque no se logra de un día para otro. Ni uno debe de siempre estar en el límite superior. Yo no estuve midiendo mi frecuencia cardíaca desde el inicio, pero tengo registros desde octubre 2017 a la fecha. Bueno, pues solamente observando el último cuarto de 2017 (octubre-diciembre), tengo registro de 50 actividades, de las cuales en 6 se registró un valor máximo arriba de 178 (siendo 196 el mayor de estos, justo durante mi primer 10K). Claro, estos valores pudieron ser errores de medición, o bien un pico de unos cuantos segundos, pero aún así, se registró un valor más allá del límite recomendado.
Entonces, ¿qué tanto debo de esforzarme? Dependiendo del objetivo, se recomienda cierto porcentaje del valor máximo. Por ejemplo, si uno solamente quiere quemar grasa, entre el 60 y 70% es recomendado. Para un entrenamiento aeróbico (cardio), se busca que sea entre 70 y 90%. Solamente durante durante breves lapsos (probablemente en una competencia), se esperaría que uno se encuentre entre el 90 y el 100 por ciento. Para facilitar el análisis, se dividen estos porcentajes en zonas de entrenamiento, normalmente va de Z1 a Z5. Nuevamente, analizando mis actividades previas, puedo ver que si bien durante los días de competencia había lapsos donde estuve en Z5 como era de esperarse, también llegué a tener días de entrenamiento donde por algunos momentos estuve en esta zona, lo cual no era adecuado para el tipo de entrenamiento y objetivos que tenía.
Monitoreo del Entrenamiento
Una frase que se usa mucho cuando se habla de calidad es “lo que no se mide, no se puede mejorar” y su poder radica en la misma filosofía que se encuentra en la escena de Alicia en el país de las maravillas cuando le pregunta al gato acerca de cuál camino tomar. Para llegar a algún lado, además de saber a dónde se quiere llegar, también tenemos que saber dónde estamos. Esto trasladado a los entrenamientos implica que uno no puede saber si estamos mejorando, si nos estamos excediendo o si estamos estancados si no lo medimos.
Para iniciar, bastará con tomarnos el tiempo. Podemos usar puntos de referencia para saber que tanto avanzamos. Hoy corrimos x número de cuadras o hasta llegar a cierto poste o árbol. Mañana que sea una cuadra más o hasta el siguiente punto de referencia. Pero eventualmente esto será ineficiente.
Se podrá entonces recurrir a aplicaciones que podemos instalar en un celular. Usando el GPS de nuestro celular, la aplicación sabrá la distancia recorrida y obtendremos algunos otros valores interesantes. Por ejemplo, comenzaremos a ver cuál es el ritmo actual al correr y el promedio obtenido durante nuestro entrenamiento. Cuando hablamos de correr, el ritmo (pace en inglés) es más representativo que lo que se mide cuando se anda en bicicleta o en algún vehículo (velocidad). El ritmo se expresa en cuántos minutos nos toma recorrer un kilómetro. Así pues, entre más pequeño sea el número, podemos inferir que fuimos más rápidos ya que nos tomó menos tiempo recorrer la misma distancia que antes.
Además de darnos datos como el ritmo, también obtenemos otros valores importantes como la inclinación o la cantidad de metros que subimos o bajamos en nuestro recorrido. No todos los caminos son iguales y no es lo mismo recorrer 5 kilómetros donde más de la mitad fue bajada que otro donde todo fue subida. Así pues, tampoco es igual que la subida nos toque al inicio que al final, por ello, es bueno conocer las rutas que tomaremos para conocer su altimetría, principalmente si existe desnivel positivo muy grande, el cual usualmente se encuentra en carreras de trail o montaña.
Aunque los celulares son una buena opción para comenzar a medir, es mejor tener un reloj inteligente que nos apoye a la medición. Si tienen además un lector de frecuencia cardiaca, nos ayudarán aún más.
Es importante no solamente tener el cómo medir sino también el saber medir. Por ejemplo, cuando veía que me tocaban 30 minutos a 6:30 min/km, yo consideraba que tenían que ser exactamente 30 minutos a exactamente ese ritmo todo el tiempo. Hay que considerar que una parte de ese tiempo debe de usarse como calentamiento y otra parte para cool down o recuperación. Además, si el terreno donde entrenamos no es parejo en su totalidad, probablemente en las subidas se deba de bajar el ritmo y compensar en las bajadas que nos encontremos.
Estiramientos
Otro punto importante son los ejercicios de estiramiento. Después de calentar con unos minutos de caminata o trote muy ligero, debemos de realizar algunos ejercicios de estiramiento, pero no solamente al iniciar sino también al finalizar nuestra rutina de entrenamiento. Esto es algo que siempre me cuesta trabajo usualmente termino omitiendo.
Tipo de Pisada y Calzado
Aunado a los temas previos, también descubrí que al correr uno puede tener uno de tres tipos de pisadas: pronador, neutro o supinador. Esto depende de la inclinación al momento de que el pie toca el suelo. Y hay de tenis a tenis. Así como hay tenis para fútbol u otros deportes, también uno debe de tener el tipo de tenis adecuado al tipo de pisada. Por ello, ya después de que me había lesionado, lamentablemente, fui a realizar una prueba de tipo de pisada, la cual resultó ser más completa e integral de lo que pensé. En dicho establecimiento, el cual recomiendo ampliamente para esta evaluación, encontré que mi tipo de pisada es más bien pronador que neutral, por lo que el tipo de calzado que usaba no era del todo adecuado. Afortunadamente tampoco era tan marcada la inclinación como para no usar los Asics Gel-Nimbus 18 que estuve usando en los meses anteriores a la lesión. El usar el calzado correcto, de la talla correcta y con calcetines correctos es primordial. Claro, para eso también hay que saber atarse las agujetas y aprovechar todos los agujeros que tiene el tenis.
Qué, Cómo y Cuánto
Así como se comenta en este artículo, concluyo que la lesión actual (y muy probablemente las anteriores), en gran medida fue ocasionada por excederme en el entrenamiento. No solamente por lo que ya comenté de mi ritmo cardíaco, sino también por lo que se comenta en el artículo. Según el autor, en cada semana no deberíamos de incrementar en más del 10% de la distancia que se estuvo manejando con anterioridad. Bueno, analizando no semanas sino meses, durante el 2017 en cuatro meses incrementé el número de kilómetros de forma considerable (entre el 28 y el 135 por ciento) mientras que en el primer semestre de 2018, el incremento fue en todos los meses excepto enero (y eso fue porque en enero estaba lesionado). Afortunadamente, el porcentaje no fue tan drástico como en los meses del año anterior (entre 11 y 51 por ciento).
Y no solamente es el tema de que me sobrepasé en el ejercicio. También está en que no se realizó de forma adecuada. Yo básicamente salía a trotar o correr y ya. Exceptuando unos dos o tres meses donde estuve combinando mi entrenamiento con rutinas en un gimnasio, solamente corría. Y de los planes de entrenamiento que veía en algunos sitios Web o inclusive planes de entrenamiento asistidos por apps, solamente traen las actividades de trotar y correr. Cuando mucho mencionan que hay que hacer “descanso activo”, es decir, no correr sino hacer alguna otra actividad (nadar, gimnasio, …). Conforme fui adentrándome en este mundo del running estuve buscando más fuentes de información. Todavía más cuando me lesioné. Y encontré que es fundamental realizar ejercicios de fuerza para poder correr. No solamente en las piernas, sino también el core.
Resumen
Uno podría pensar que correr es solamente ponerse unos tenis y salir a la calle o al parque. Bueno, puede ser cierto para algunos, pero si se piensa entrenar para competir o hacerlo para distancias más allá de los 5 kilómetros, hay que tomar en cuenta muchos puntos. Ciertamente uno tendrá muchos motivos por los cuales entrenar para correr un maratón, pero no se puede lograr de la noche a la mañana. Hay que tener en cuenta por lo menos lo siguiente:
- Hay que conocer el tipo de pisada, y esto requiere un análisis por un experto.
- Sabiendo el tipo de pisada, hay que adquirir el calzado adecuado.
- El calzado se tiene que reemplazar cada cierto número de kilómetros. Dependiendo del desgaste, puede ser tan pronto como 500 kilómetros o puede que lleguen a durar hasta 800, por lo que uno tiene que llevar registro de los kilómetros recorridos con cada par de tenis.
- Hay que amarrar las agujetas adecuadamente. Usar todos los agujeros que tiene el tenis.
- Usar calcetines sin costuras también ayuda.
- Tener una alimentación balanceada y adecuada al plan de entrenamiento es muy importante. Considera agregar algunos suplementos de ser necesario.
- Hay que planear el entrenamiento por lo menos de la semana en curso. Siempre teniendo en mente los objetivos a corto, mediano y largo plazo, pero no por ello exceder más del 10% de incremento en la demanda a nuestro cuerpo con respecto a la semana previa.
- Un monitor de frecuencia cardiaca es de gran ayuda. Mi recomendación es un reloj especializado para corredores, como los de Garmin, aunque hay de otras marcas.
- Revisen cuánto tiempo pasan en cada zona durante sus entrenamientos y competencias.
- No se confíen en que solamente hay que trotar y correr. Inclusive no basta con correr en intervalos como fartlek. Hay que agregar ejercicios de fuerza. Estos pueden ser en un gimnasio o por nuestra cuenta, pero tienen que ser parte de nuestro plan de entrenamiento.
- El descanso es clave. No se debe de saltar. Ni aún si uno se siente bien y listo para la siguiente carrera. Hay que programarlo también y no dejarlo para después.
- Si bien los planes predefinidos que se encuentran en las aplicaciones para corredores servirán si se siguen (y si no nos excedemos), lo mejor es dedicarle tiempo a buscar un entrenador que nos apoye en el proceso para lograr nuestras metas.
- Buscar un grupo de corredores también ayuda. Sirve para platicar nuestras experiencias, para alentarnos a seguir y motivarnos. Nada más no hay que tomarlo como que estamos compitiendo al momento de entrenar. Para eso estarán las carreras, y creo que ni aún así. No todos tendremos los mismos años de entrenamiento, ni la misma edad, ni la misma condición física.
Y seguramente hay muchos puntos que se me están pasando… y otros más que no conozca aún. Por ello, busca asesoría y comparte tus experiencias. Lee al respecto en blogs y revistas, pero analiza lo que lees.
Espero mi historia te sirva en algo. Si gustas, puedes compartir aquí tus experiencias y no dudes en hacerme ver cualquier error que encuentres en este texto.